sábado, 1 de junio de 2013

El agua no se le niega a nadie

Toda la gente de Micenas que había ayudado a Orestes, no permitió que los cadáveres de Egisto y Clitemestra quedaran dentro de la ciudad, así que los enterraron un toque más lejos. Esa noche, Orestes y Pílades se quedaron haciendo guardia en la tumba, no vaya a ser que aparezca "Madonna" Quiróz a los tiros, o que algún otro se quisiera afanar las manos de Egisto. Pero mientras vigilaban, aparecieron las adorables erinias.
Lucían como Peter Gabriel en Genesis: cabellos de serpiente, cabeza de perro y alas de murciélago. Una monada.

Apolo le había dado a Orestes un arco para defenderse de los ataques de estas, pero no le servía para un carajo...
- Este Apolo es poco práctico... ¿por qué no me dio el gas pimienta? - pensaba Orestes mientras esquivaba los latigazos.

Apolo: - Ingrato...

Por estos continuos ataques, Orestes enolqueció nomás tantito y cayó postrado por 6 días, envuelto en un manto, negándose a comer y a lavarse el orto.

El viejo Tindáreo llegó de Esparta y le dijo a Orestes:
- ¡Ah! ¡Matricida! Ya vas a ver... ya vas a ver...
Y convocó a los caudillos de Micenas para que juzgasen el caso, que eran algo así como los intendentes del conurbano. Y decretó que hasta el juicio, nadie podía dirigirle la palabra a Orestes o a Electra. Tampoco podían albergarlos o darles agua o fuego... así que el pobre Orestes no solo no pudo lavarse el orto sino tampoco las manos manchadas de sangre... (imaginate la ropa... si no la ponés en remojo de una no te sale ni con el Trenet...).

Menelao (el hermano de Agamenón) desembarcó en Nauplio y se enteró del asesinato a Egisto y Clitemestra. Entonces envió a su jermu Helena (además, hermana de Clitem) para que confirmase la noticia en Micenas. Pero tenía que ir de noche, porque sino se avivarían los parientes de los fallecidos en Troya y la lincharían, con tirada de huevos incluida.
Helena no lloró en público la muerte de su hermana ya que le daba vergüenza... (y si, convengamos que la mina fue la responsable de la guerra de Troya por andar revoleando la bombacha... si alguien sabía de infidelidades era Helenita...).
Le pidió a Electra lo siguiente:
- Sobrina querida, toma ofrendas de mi cabello (no, no se sacó liendres, se sacó mechones de pelo) y déjalas en la tumba de Clitemestra después de hacer libaciones a su ánima...
A lo que Electra respondió:
- ¿Dos mechones de mierda? ¡Pero andá a tirarle la goma a los troyanos, pedazo de atorranta! (y si, Electra era bien guarra) mandá a tu hija Hermíone para que haga toda esa gilada...
Entonces Helena mandó a llamar a esta borrega que tenía solo nueve años cuando su madre se había tomado el palo con París. Así que Menelao la había dejado a cargo de Clitemestra cuando se inició la guerra.
Hermíone reconoció a su madre Helena al toque y respondió obedientemente a su pedido. Menelao entró al palacio donde lo recibió Tindáreo, vestido de luto, con un habano en la boca y un Jack Daniels en la mano. Así transcurre la escena:

Tindáreo: - Mirá Menelao... te la tiro así para que me entiendas - bocanada de habano -... no podés pisar Esparta hasta que no castigues a tus sobrinos, que son unos criminales... - primerísimo primer plano - ...unos delincuentes. ¡Encima son giles! - arroja el whisky a la mierda y rompe el vaso - ¡porque deberían haber pedido a los conciudadanos que la destierren! - señalando con el dedo - y llegado al caso de que los demás hubiesen querido matarla - se suena el cuello, recuperando la calma -... pues tendrían que haber saltado en su defensa, canejo - .

Tindáreo le estaba haciendo el bocho a Menelao para que considere a Orestes y Electra dos seres repugnantes por sus acciones...

¿Qué opina Dr. Freud al respecto? 
Freud: - Opino que... una madre es una madre...
¿Me convida una carilina, si tiene? Me conmovió su respuesta...
Freud: - Siempre tengo carilinas... aquí tiene...

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